martes, 19 de agosto de 2014

Prefieren la mentira, porque son incapaces de asimilar y aceptar la verdad.

Aunque parecía distraída supe que se acercaba antes de que murmurara palabra alguna.

-¿En qué piensas?- dijo, intentando atraer una atención que ya tenía. Me levantó las piernas del sofá para poder sentarse él y acto seguido las dejó en su regazo.

-En cosas deprimentes...-susurré quitándole importancia.

Sentía que no era un tema del que él quisiera hablar, pero también sabía que iba a preguntar de todos modos. Siempre tan atento. Siempre preocupándose por los demás. Así pues, cuando formuló la cuestión, no me pilló por sorpresa.

-¿Alguna en particular?

Podía confiar en él. Pero mi corazón no confiaba en nadie.

-Pues... -dudé. Sin embargo, ¿qué más daba ya? ¿Qué se cansara también él de mí? Ese pensamiento me estremeció. No quería perderle como a tantos otros antes. No obstante me decidí a continuar. Hoy me daba igual todo. Hoy sólo quería desaparecer de una vez. Y cuando se va a desaparecer no se necesita a nadie a tu lado.- Me estaba preguntando que sucedería si una mañana la gente se levantase, y yo no. Me intentaba imaginar como sucedería todo.

>>Mi despertador sonaría una y otra vez, porque yo no podría apagarlo, hasta que rindiéndose se callara él solo. Pasarían los minutos, y mi madre al ver que no me levanto iría a mi cuarto a despertarme. Entonces se encontraría el pastel. Se quedaría paralizada por la situación, pero apenas unos instantes, y después se aceraría a mí chillando mi nombre, como si el hecho de decirlo a gritos pudiera hacer que yo contestase. Me movería un poco, como intentando despertarme de un sueño en el que no estaría.

Y a partir de aquí la hipótesis se vuelve un poco menos fiable, porque en verdad no he visto a mi familia en muchas situaciones como esta.

Creo, según mi instinto, que mi madre llamaría a alguien. Lo más probable es que fuera a mi tía, porque mi familia no es de las que llaman a urgencias cuando hay una urgencia.-hice un amago de sonrisa, pero apenas moví los labios.-Cuando mi tía llegase, ésta llamaría a urgencias, aunque supiera que no serviría para nada. Los de urgencias acabarían llegando, y después de un reconocimiento, les comunicarían a las dos hermanas lo que ellas ya sabían.

Al final, mi tía se acabaría marchando y mi madre no sé que haría. Al igual que ella tampoco sabría que hacer. ¿Llamaría a mi padre? ¿O esperaría a decírselo en persona? ¿Y al resto de mi familia? ¿Y cómo se lo diría a mi hermana? Mi hermana...-dije en un suspiro. Era uno de los grandes signos negativos de la operación. Odiaba el dolor que le causaría, a ella en especial, mi pérdida. O que yo suponía que le causaría.-Ella no se merecería el dolor que eso le produciría...-continué, recordando los momentos vividos a su lado.-Quizás se sentiría traicionada, por haberla dejado sola con el resto. Pero, en verdad, no está tan sola.- en verdad sólo me decía que me necesitaba para hacer que me sienta mejor. Algo totalmente inútil.- Ella se está construyendo su vida, y lo hace rodeada de gente. Así que lo superará. Únicamente espero que recuerde el pacto que hicimos. Aquel en el que si me ocurría algo ella tenía que coger mi móvil y enviar un mensaje a mis escasos contactos diciéndoles lo ocurrido.-no quería que nadie que no viviera cerca mío y que, por tanto, no se pudiera enterar, estuviera esperando una respuesta que nunca llegaría y se inquietara unos días por mi desaparición. Para luego decidir que simplemente habría perdido el móvil y que por eso no contestaba.- Ellos deben saber y afrontar la verdad. Algunos sufrirían más que otros, pero podrán con ello.
 Entonces pensé en mi mejor amiga. No me gustaba usar ese término porque me parecía un insulto para los demás amigos, pero ella era realmente una buena amiga. De las mejores. Y por eso se había ganado el nombre. Ella era otro de los grandes signos negativos. Se sentiría igual que mi hermana. Dolorida por la pérdida. Traicionada por haberla dejado sola. Y sé que era horrible por mi parte pensarlo, pero me gustaría que ambas me echaran de menos. Tanto como yo lo haría si fuera a la inversa. Y por un momento, quise engañarme pensando que realmente sería así.

-No sé como sería el funeral. No sé si habría entierro o sería incineración. Porque nunca lo tuve claro, y por lo tanto ello tampoco lo tendrían. Tampoco importa mucho, ya que volvería a ser una carga para la familia. Si me entierran tendrían que pagar el mantenimiento y el lugar.-Pagar todos los meses por el lugar en el que uno no va a hacer nada. Sólo va a estar muerto. Ridículo.- Y si me incineran se las tendrían que quedar ellos, porque espero que recuerden que era ecologista y que no me hacía gracia tirar basura por ahí.
Y,  bueno,  todos lo superarán, porque las personas aprenden a vivir con la ausencia de otras. Con dolor, sin dolor. Con recuerdos, sin ellos. Con poco tiempo, con mucho tiempo. Pero se vive. Dejarán de hablar de mí, algunos porque no se acuerdan y otros para evitar abrir viejas heridas. Y al final  me convertiría en eso, una vieja herida, un recuerdo triste de una época pasada...<<

 Y me callé, pues no había nada más que decir.

Se hizo el silencio.

 Prácticamente veía como su cabeza trabajaba a toda máquina para poder obtener una respuesta a la parrafada que había soltado yo. Quizá para poder aportar una solución a un problema demasiado complejo para él y para mí. O quizá para poder salir del lío en el que se había metido.

-Creo que piensas demasiado.-susurró al final. No sé por qué me esperaba otra respuesta, si todo el mundo habría contestado algo parecido. Pero me la esperaba.

Sin embargo, él se equivocaba. Aquello no era un pensamiento, era una posibilidad cercana. Eran los pros y los contras de un hipotético plan.

-Bueno, todos tenemos algún hobbi ¿no?- Y ensanché los labios. Allí estaba otra vez la sonrisa de "no me pasa nada, tranquilo, solo es un mal día." No obstante, estos se habían acumulado, y ya no recordaba lo que era sonreír con el corazón. Ya no eran unos malos días, sino una mala vida.

Él no supo que contestar, y no le culpé por ello. Nunca supe si se creyó aquella estúpida sonrisa, o si es que no quería hablar más sobre ese tema y fingió creérsela, como todos los demás. Sólo sé, que cogió y se fue. Y aunque le seguí viendo a lo largo de los días y me trató como siempre, supe que ya no me miraba con los mismos ojos. Y que lo más probable es que ya no me volviera a mirar igual.

Suicidio no es muerte.
La muerte llegó a esa persona
hace mucho tiempo.


No os preocupéis. Es sólo una entrada más, ¿no?
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